El tradicional nacimiento, que recuperó el esplendor gracias a la implicación del párroco y de un grupo de vecinos, puede visitarse hasta la fiesta de San Julián
El belén de la iglesia de Malpica es un tesoro. La mayor parte de las piezas que lo integran tienen casi setenta años de antigüedad y todas fueron hechas de manera artesanal. Pero más allá del económico, el nacimiento tiene un valor social y casi histórico. Sus orígenes se remontan al año 1946, cuando el párroco Santiago Abuelo Alvite y la maestra, doña Anastasia, organizaron una función de teatro en el cine Asunto para recaudar fondos y comprar figuras nuevas. Pero la mayor parte de las piezas fueron adquiridas al año siguiente, coincidiendo con la llegada de Benigno Rocamonde, tras el fallecimiento del cura anterior, y de dueña Lidia, la profesora que ocupó el puesto de Anastasia cuando se trasladó.
De 1947 proceden la mayor parte de las piezas. Entre las más emblemáticas están el molino, que funcionaba perfectamente, y el portal, construido por Pepe de Paz. Malpicáns como él hicieron, de hecho, todas las casas del belén malpicán. Así se ahorraban unos cuartos. Y aunque el resto de las figuras venían de fuera, fueron los vecinos más mañosos los que se encargaron siempre de que la rueda del oleiro girara, de que las gallinas picoteasen el grano, de que el agua del río circulara o de que la iluminación funcionara correctamente.
El belén de Malpica llegó a ser una referencia en la comarca, pero en la última etapa de Benigno Rocamonde entró en declive y empezó a deteriorarse. Hace unos 15 años, un grupo de malpicáns recogieron el testigo de los pioneros de 1946 y decidieron recuperarlo. Hubo que restaurar muchas piezas y comprar otras, pero siempre idénticas a las originales, y poco a poco el nacimiento fue recobrando su esplendor y creciendo. Tiene un circuito cerrado de agua y prácticamente todos los componentes son eléctricos, lo que permite que el río fluya y que las figuras tengan movimiento. «Quisimos plasmar las profesiones tradicionales de la zona», señalan los organizadores del belén, en el que, además de los Reyes Magos, el Niño Jesús, la Virgen María, San José, la mula, el buey o los pastores, aparecen un herrero, un molinero, un alfarero, una atadora … «Algunas figuras son desproporcionadas, porque son incluso anteriores a 1947», apuntan. Pero el conjunto es espectacular.
El montaje lleva una semana. Todos los días a las 10 de la noche se reúnen cuatro malpicáns que pierden horas de sueño para colocarlo todo en su sitio. ?No queríamos que se perdiera, porque era muy tradicional, venía a verlo todo el mundo de todos los sitios hasta que empezó a decaer, y queremos que la gente vuelva a visitarlo?, señalan. Quien quiera hacerlo puede acercarse a la iglesia de lunes a viernes a partir de las 18 horas o los fines de semana por la mañana. Eso sí, antes de la fiesta de San Julián, porque después empezarán a desmontarlo y a guardarlo hasta el año que viene.
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